No es brasileño ni tiene la piel
tostada. Tampoco ha conquistado tres mundiales ni ha marcado más de mil goles. No
ha ganado ningún balón de oro, pero es muy bueno, y en su primer año en las
islas está demostrando que reúne las condiciones necesarias para triunfar en la
Premier. Graziano Pellè (1985, San Cesaro di Lecce) está siendo uno de los
jugadores más destacados del gran arranque liguero protagonizado por el Southampton.
Su estado de forma y capacidad goleadora escapan de una mera racha casual. Todo
y no ser un dechado de sofisticación, es muy hábil de cara a puerta y se ha
convertido en una pieza clave para el conjunto que dirige Ronald Koeman.
La trayectoria profesional de
Pellè comenzó en el Lecce. Pasó por el Catania, vuelta a Lecce, Crotone,
Cesena, AZ Alkmar, Parma, Sampdoria, Feyernood y finalmente Southampton, equipo
en el que actualmente milita. Graziano es uno de esos delanteros que, como
Vieri, por poner un ejemplo, ha recorrido el país de la bota a lo largo y
ancho. Sin embargo, fue en Holanda donde maduró y fue tiñendo sus matices de
juego. Curiosamente sería otro técnico holandés (Van Gaal) el que le daría un
voto de confianza en el AZ. En su segunda temporada en el club, Graziano Pellè junto
a una buena hornada de jugadores como Héctor Moreno, Sergio Romero o Moussa
Dembélé, logró alzar su primera liga como jugador profesional. Una liga que
cobra especial relevancia al ganarla en un conjunto no acostumbrado a levantar
títulos y que sólo lucía una Eredivisie en sus vitrinas (1980-81).
A raíz de
sus buenos años en el
AZ, uno de los grandes de Holanda decidiría apostar fuerte por el
estilete
italiano. El Feyenoord de Rotterdam pagó 2.1 millones de euros al Parma y
Pellè volvía al país en el que había logrado desplegar su mejor juego.
Los dos años
en De Kuip fueron maravillosos, anotando 29 y 26 goles respectivamente.
Sus descollantes registros goleadores (55 goles en 66 partidos) le
abrieron las
agendas de clubes importantes y la llamada por parte de la Nazionale ya
no era
una opción tan remota.
Perfil de Graziano: Hablamos de un futbolista al que su importante
altura (193 cm) no le impide maniobrar con comodidad a la hora de moverse. Gracias
a su talla se eleva bien por alto y es un jugador con una gran capacidad en el
juego aéreo. Un nueve muy académico. Fisionomía de delantero centro, con una
fuerza corporal enorme para chocar y rematar. Notable con el balón en los pies
y se maneja con soltura en diferentes registros. Es un jugador muy útil para
enviarle balones y que los mate. Gracias a su portentoso físico tiene facilidad
para conservar el balón y darlo con celeridad al resto de sus compañeros. Y
responde bien a la llamada de la pierna mala, la diestra. Su técnica de remate
es francamente buena y la capacidad finalizadora dentro y fuera del área es
excelente. Pero prefiere ser importante antes que útil. Necesita ser un jugador
referencial dentro del equipo, al que nutran de muchos balones a lo largo del
partido, pues no estamos frente a un futbolista con una gran capacidad asociativa.
Su papel en el Southampton: tras la odisea vivida en Southampton
durante el pasado mercado estival, el equipo se vio obligado a realizar una
profunda remodelación. Empezando por el banquillo. Tras la marcha de Mauricio
Pochettino rumbo al Tottenham, la gerencia de los Saints decidió entregarle el
timón del barco a Ronald Koeman, que para entonces estaba al mando del
Feyenoord. El curso anterior el Southampton estuvo a un nivel maravilloso,
jugando bien al fútbol y con jugadores muy apetecibles en su plantilla. Los
Luke Shaw, Dejan Lovren, Adam Lallana o Ricky Lambert son algunos de los
eximios jugadores que hicieron las maletas durante el pasado verano. El equipo
vendió por valor de 110 millones de euros, más que ningún otro equipo del
mundo. Nadie ha recibido tanto dinero en concepto de ventas. Unos se van, otros
llegan.
El bueno de Koeman buscaba gol y
necesitaba encontrar a un nueve de garantías para suplir a Lambert. Ronald no
dudó en descolgar el teléfono para llamar a Graziano: “Oye Pellè, ves
preparando la mudanza que te vienes conmigo a la Premier”, o algo así le debió
decir. La liga holandesa se le quedaba pequeña y el plan de su carrera exigía
elevar el nivel competitivo. Hasta la fecha, está ofreciendo un óptimo
rendimiento y su integración a una liga ignota ha resultado ser más rápida de
lo esperado. Gracias a las dos asistencias que ha dado y a los 6 goles que ha
marcado, en St.Mary´s ya no se acuerdan de Lambert, su antiguo delantero
centro. Además, el equipo marcha segundo en la clasificación y es el único
combinado que logra seguir de cerca la estela del Chelsea.
Con la Azurra: Si el Southampton necesitaba regenerarse, la
selección italiana no se quedaba atrás. El fracaso del pasado mundial requería cambios
drásticos y sumado al buen momento de Graziano, la llamada no tardó en llegar.
Italia escasea de delanteros y jugadores como Balotelli, que sigue emparedado
entre su tortuoso presente y su incierto futuro, no terminan de despegar.
Antonio Conte, que es un hombre justo, le brindó la oportunidad que merecía y
que tantos aficionados al fútbol empezábamos a reclamar. Graziano se estrenó a
lo grande y en su primer partido con la camiseta azurra (partido clasificatorio
frente a Malta) logró anotar el único tanto del partido. Tres puntos y un debut
soñado. Es el claro paradigma de jugador que solicita Antonio en su nueva
Italia: un futbolista con hambre.
Es complicado pronosticar dónde
está el techo de Pellè si logra mantener los ampulosos registros que nos está
ofreciendo. Ver jugar a Graziano es ver al animal que choca, embiste y golpea.
Un diez en profesionalidad y trabajo. Llamado a liderar el nuevo proyecto de
los Saints, es el prototipo de jugador que fácilmente te devuelve el precio de
la entrada con uno de sus melifluos escorzos. A sus 29 años, ha comenzado a
subir el puerto de montaña que separa a los jugadores del montón de los
jugadores que hacen rielar a la grada. Pellè no es ni será Pelé, pero es muy
bueno.












